En tierras lejanas en años de la antigüedad, en uno de los
muchos viajes que realice por el mundo, llegue a toparme en diferentes tierras,
diferentes culturas diversas personas, y entre todas esas historias que puedo
contar, justo ahí de la penumbra, el musgo, lo autóctono y ese pueblo perdido,
con tradiciones muy arraigadas, me topé con la intensa mirada de tus ojos verde
azul, que entre todo el fango se asomaron, para deleite de mis ojos, llenando
todo ese lugar en una hermosa fascinación, me vi cerca de esos cristalinos,
brillosos e intensos ojos. Anonadado al punto de no poder mover un solo dedo,
me quede solo observando mientras tú te acercabas, lleno de curiosidad, al ver
la gente que acababa de llegar a tus tierras, de otro mundo totalmente
desconocido para ti y tu gente.
Cuerpo perfecto, alto y atlético, dejaba poco a la
imaginación el taparrabo que llevabas puesto,
de color de piel tostada, bronceado al natural por el sol y por el
trabajo en el campo que realizabas. Mi mirada no podía ver nada más a mí
alrededor, en ese momento descubrí la gloria.
En un dialecto aún desconocido para mí, te acercaste al más
anciano de tu pueblo, preguntando; no sé qué cosa, pero realmente no me
importo, ya que yo estaba perdido en el vaivén de tus caderas y la curvatura de
tus músculos.
Esa noche, todos fuimos invitados a celebrar a la gran PACHA
MAMA (madre naturaleza) ceremonia religiosa conmemorada y dedicada a sus
dioses, donde cada persona del pueblo se reúne a comer, beber y bailar, a la
luz de la luna. Desde que llegue a la reunión, con disimulo te busque
desesperadamente y tratando de que no fuera tan evidente mi ansiedad por
encontrarte.
Y entre las sombras y destellos de la lumbrada apareciste
ante mí, momento mágico que no puedo olvidar, dedicado a lo tuyo, y platicando
con el mas anciano de la tribu, no lograste percatarte de mi mirada insistente
y constante, tanto; que quería llamar tu atención.
Dando vueltas a mi cabeza hasta que decidí acercarme, sigilosamente y
procurando no ser notoria la intención. Como humedad me cole entre la gente
hasta postrarme enfrente e intente descifrar su amena conversación, no
entendiendo mi media palabra. Tú atento y cortes aprendiendo la de experiencia,
procurabas no mencionar nada, pues solo escuchabas.
Sabios consejos debió darte el gran anciano pues solo
asentías con la cabeza, dándole la razón y poniéndote pensativo. De entre toda la conversación que tuviste una
sonrisa emergió de tu bello rostro, logre notar un huequito que se te formaba
en tus mejillas al sonreír, lo cual no lucia nada mal.
Trate de no ser tan inoportuno hasta que decidí interrumpir,
procure ir formando parte de la
conversación aunque entendía nada, pero gracias al lenguaje corporal y a lo
gesticuloso que logro ser en ocasiones, logre mi objetivo, tu mirada intensa y
profunda logro sonrojarme, agache la mirada procurando evadir tu curiosidad por
entenderme.
El anciano entendía poco el español, pero muy atento
intentaba comprender lo que yo decía, entre palabras iban y palabras venían
logre escuchar tu voz, enérgica, enigmática que intentaba dar su opinión en tu
propio lenguaje, el anciano contesto y a su vez se disculpó por lo inoportuno
que fuiste, aunque para ser verdad, a mí no me lo pareció…
Pretexto suficiente fue tu interrupción para poderme acercar
e intentar explicarte a señas. El contacto lo había conseguido, mi objetivo
ahora era no dejarte ir.
La noche fue corta y larga la plática, aprendí mucho de ti y
de tus costumbres, entre rizas y camaradería aprendiste y aprendí, la noche no
quería terminara. El anciano medio ebrio, se retiró cerca de la media noche o
un poco más tarde, pero tú y yo tratamos de entendernos eso no nos impidió para
seguirnos conociendo
Acercándose a la madrugada, nos levantamos y comenzamos a
caminar, esa noche aprendí de astronomía a la antigua, de herbolaria y fauna, así
mismo me enseñaste a sentir, descubrir, ver la vida de una forma, más
profunda; más sincera, más real… Mis sentidos se intensificaron y experimente
algo que nunca había sentido, de pronto sentí como pachamama entraba atreves de
mis sentidos, lo sentía desde la punta de mi cabello bajar hasta la planta de
mis pies, era un escalofríos, una energía que me llenaba de vida, de
tranquilidad, de paz.
A señas, pediste me quitara el calzado y caminara a pie
descalzo solo el pasto húmedo por el sereno de la fresca madrugada, sin pensar acepte, rápidamente mi quite el calzado y descalzo comense a caminar, la sensación nueva me cautivo, era un cosquilleo que lleno mi pesada cara en una ligera sonrisa, nunca imagine, no pude evitar y avance corriendo con los brazos abiertos, viendo el cielo estrellado te acercaste y sin decir ni una palabra, ni en mi lenguaje, ni en tu dialecto, me abrazaste fuertemente, no pude evitar ver la profundidad de tu mirada junto a la mia, te tome de las mejillas y te bese...
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