El Contrato

El contrato.


Abatido por la angustia, la desdicha y tristemente meditabundo al ver que nada tenía en la vida, deambulando por las calles húmedas, oscuras, frías y solitarias, solo le quedo mirar al cielo y gritar fuertemente su nombre, como última suplica y agobiado porque el creador nunca hizo caso, por más que rezaba, hincaba y rogaba, nunca dio muestras de haberle escuchado.
Si no al contrario más le dificultaba su vida, al grado de ya no poder, todo estaba mal, todo era un error, siempre fue buena persona y ya era imposible alcanzar el camino hacia la felicidad deseada. En cuanto la desesperación llego a su punto máximo, tomo fuerza llamo desesperadamente 7 veces su nombre pues alguien tenía que hacer caso, el cielo se tornó tenebroso y entre la espesa niebla, un hombre alto, de finas facciones y todo un caballero, con vestimenta elegante y de sombrero de copa apareció ante él, tendiéndole la mano, como queriéndolo levantar, con la mirada perdida y sin notar de quien se trataba, acepto la ayuda y del suelo se levantó, la mano fría y pálida estaba, eso alcanzo a notar, sin más el caballero pregunto su nombre, educadamente y cortes a la vez.
Comenzando la plática, Él exclamo; Ya no sé quién soy ni que es lo que realmente hago, todo en esta vida me ha salido mal, he perdido mi familia y mi estatus social, mis amigos se han alejado sin ni siquiera saber  más de mi… he perdido casa; he perdido mi hogar…
Y ahora me he quedado sin nada, he decidido ya no vivir más.
No diga eso mi buen amigo, yo le voy ayudar, después de todo yo si escuche tu llamado y por eso estoy aquí. Solo diga que acepta mi ayuda y de lo demás yo me encargo, déjelo todo a mí. Sonriendo el hombre del bolso del pantalón saco un papel, todo arrugado, sucio y casi roto, ni parecía fuera de él, del saco justo de la bolsa izquierda sacó un bolígrafo, le pidió rayara sobre él,  pobre hombre apenado le dijo que no podía escribir, y entre la oscuridad no alcanzaba a apreciar lo que ponía.
No es necesario su nombre o texto especial, solo la intención de firmar basta, para poderle ayudar. Sin más el vagabundo solo tomo el bolígrafo y con trabajos, sobre el papel rayo. Al instante el cuerpo callo desmallado, azotando fuertemente sobre en el suelo, sin  ni siquiera poder meter manos y muy a lo lejos una carcajada escucho perdiendo conciencia, cuando sus ojos cerro.
La mañana siguiente, sobre sábanas blancas de satín, en una cómoda cama y en una habitación muy amplia pero que le resultaba familiar, despertó, estirando sus brazos los mas que pudo, y como nunca, con mucha tranquilidad bostezó. Poco recordaba de la noche anterior, era como un viejo sueño, con imágenes borrosas que iban y venían.
Se levantó rápidamente, pues a pesar de que familiar le resultaba el lugar, era un espacio que no conocía. Se asomó por el ventanal de la enorme habitación, tratando de ver en donde se encontraba, pero un golpeteo de la puerta de la habitación interrumpió el silencio, angustiado por no saber de quien se tratara, solo respondió ¡Adelante! (temeroso y con profunda angustia).
Poco a poco la perilla de la puerta giro, abriendo la puerta lentamente, dejándose asomar un señor de avanzada edad, quien le llevaba el desayuno en una charola plateada.
-Señor, su desayuno. (Comento).
Confundido, sin saber que responder, solo se quedó mirando cómo le preparaba el café, en la pequeña mesa que fungía como desayunador en la habitación.
-Señor, ya está listo su café, como le gusta, cargado y con poca azúcar… como siempre (reafirmo).
Sin decir ni una sola palabra solo se acercó para validar que fuera real.
-Señor ¿necesita algo más?
Titubeando y con voz a quebrantada, respondió se retirara. Una vez que se quedó solo en la habitación, tomo asiento llevando su mano a la frente, incrédulo y confundido al no saber que sucedía. Tomando valor, decidió salir de esa habitación, tenía que averiguar que estaba pasando.
Abruptamente se levantó y avanzo a paso firme hacia la puerta, lo más veloz que pudo, tomo con su mano la perilla, y antes de abrir respiro profundamente, como retomando valor para enfrentar lo que para el en ese momento era desconocido.
Muy despacio abrió la puerta y avanzando salió de la enorme habitación, para notar que se encontraba frente a un pasillo largo, alfombrado y con puertas por ambos lados. Pareciera interminable, en medio una dama con plumero en mano, con uniforme de limpieza, de color negro y encajes blancos adornaban, el gorro y el mandil, calzado negro de vestir y cómodos a la vez.
Quien al notar su presencia, detuvo su labor para hacerle una breve reverencia, agachando la mirada e inclinando la cabeza.
El avanzo, sin saber que sucedía, solo paso por un lado de ella, todavía confundido aún más sin decir media palabra. El entorno del pasillo era pesado, hasta cierto punto se podía sentir sofocante y frio.
Siguió avanzando, hasta salir del enorme pasillo, llego a unas pronunciadas escaleras, donde una muchacha también de uniforme limpiaba los pasamanos al notar su presencia de igual forma dejo de hacer sus actividades para hacerle reverencia, bajando la mirada y agachando la cabeza.
La incomodidad, paso de ser desapercibida a una situación muy incómoda y notoria para él. Siguió bajando escalón por escalón, hasta notar una gran sala de estar en frente de él y al fondo, una división de madera y cristal que la separa del comedor. Todo estaba adornado en exceso, desde cristalería, cuadros hasta pequeñas y medianas estatuillas. Realmente todo era lujoso y caro
Grandes ventanales de finas y gruesas cortinas, las cuales dejaban entre ver muy poco detrás de ellas, pero propinadas para la gran claridad que se colaba y mantenía iluminado el lugar.
Al ver tremendo lugar, dudo en avanzar pretendiendo saber que sucedía o preguntar dónde se encontraba, pero inmediatamente se percató que al frente de la sala colgaba un enorme cuadro pero lo impactante para él fue que el cuadro realmente era una fotografía de él… quien se mostraba con gran majestuosidad y poderío. Incrédulo y confundido busco la salida de ese lugar, el miedo se apodero de él como si hubiese cometido un crimen. Para su suerte a mano derecha donde estaba el ventanal estaba cubierta con cortina transparente una puerta corrediza, que con el viento que se colaba y al vaivén de la misma la dejo al descubierto logrando verla, sin pensar y a paso veloz se acercó para salir hasta lograr atravesarla, para su sorpresa frente del ventanal una enorme alberca, y al fondo una terraza, con sillas de mimbre, asoleaderas y basta vegetación, arboles con follaje recortado formando figuras, todo aquello lucia majestuoso, no hallaba si avanzar o detener el paso, no sabía dónde se encontraba ni a quien pertenecía ese lugar.
Para su sorpresa oyó que le llamaban desde la terraza, una voz picara y muy femenina la cual llamo su atención, entre sombras ve que una delgada mano le hacía señas de que se acercara.
Intimidado y dudoso opto por hacer caso y poco a poco se acercó, después de todo al parecer le conocía pues le llamo por su nombre. Era su oportunidad, para averiguar que estaba sucediendo.
-Cariño… ven, veo que ya estas levantado (entusiasmada de verle y abriendo los brazos).
Para su sorpresa era una mujer muy hermosa, proporcionada, de curvas prolongadas y de facciones muy finas, la elegancia destacaba en cada uno de sus movimientos, era la mujer deseada. Atónito y sin decir ni una sola palabra se quedó petrificado admirando su gran belleza.
Ella envuelta en una bata de seda, que poco dejaba a la imaginación, descalza y con una toalla que envolvía su larga y risada cabellera, corrió hacia él para abrazarle e intentando darle un apasionado beso, él aun embelesado; no pudo reaccionar, no sabía que estaba sucediendo y si creía que se despejaría de dudas, más dudas se formaron en su mente. Cuando finalmente reacciono de manera abrupta la tomo de los hombros y la separo de él, rechazándola por completo.

-¿Que sucede cariño? ¿Te encuentras bien? estas pálido…
No sé qué está sucediendo ¿Quién eres tú?, (mirándola con cierto desprecio).
-Amor… pero si soy yo; Vanessa. Mírame… ¿estás bien? (volvió a preguntar).
No…. No sé qué está sucediendo, estoy confundido, ¿Dónde estoy?
-Amor… ¡me estas asustando!, deja le hablo a Emilio, mientras ven siéntate,  descansa. (Lo acerco a una de las sillas de mimbre, ayudándole a sentarse).
-¡Emilio! Emilio… (Gritando muy desesperadamente) ven, date prisa…
-Voy Señora…
A la distancia, se oye la apresurada contestación y se ve un hombre que se aproxima a toda prisa.
-Vamos Emilio, date prisa que no vez que el señor se siente mal…
-Amor, ¿quieres agua? (a como pudo con ambas manos trato de echarle aire).
Preguntándose así mismo e ignorando lo que Vanessa decía, se levantó con la vista perdida y balbuceando, trataba de atar cabos de lo que estaba sucediendo. No lograba recordar, donde estaba, quien era esa gente, ni como logro llegar ahí.
De pronto del estado en shock en el que se encontraba, su actitud repentinamente cambio poniéndose a la defensiva, donde su tono de voz tajante empezó a cuestionar…
-¿Quién eres tú? (señalando a la hermosa mujer).
-Amor, pero que cosas estas preguntando, soy Vanessa, tu nena… Chiqui bombi, Realmente me estas asustando!!! (Con una sonrisa nerviosa).
-Vamos Emilio, has algo!!! (Emilio se acercó para sujetarlo).
Suéltame, no te atrevas a tocarme… ¿Quién eres tú?
-Corazón… él es tu mayordomo, estás en tu casa, vamos rey ya no sigas con este juego que me tienes asustada.
No, esto no puede ser, ¿dónde estoy? ¿Qué está sucediendo?, (por más que trataba de recordar nada venía a su mente).
-Emilio por favor llévelo a su habitación y llame al médico (Vanessa le ordeno al mayordomo).
-Vamos señor, necesita descansar.
Angustiado y con pocas respuestas no le quedo más que hacer caso… y seguir a Emilio nuevamente a la habitación, donde todo había empezado.

  • Después de un par de horas y ya en la habitación…


-Corazón, me tienes muy preocupada, desde que te recostaste no has dicho nada, ni siquiera volteas a verme, tu mirada está perdida, dime… ¿Te sucede algo? ¿Te sientes mal? (tomándole la mano y con voz a quebrantada, a punto de soltar el llanto).

Sorpresivamente la meditación, tranquilidad y el pensamiento confuso, fueron interrumpidos por el sonar de la puerta…
-¿Quién es?
-Soy yo Señora… el medico ya está aquí… (Respondió Emilio).
-Oíste Rey ya llego el médico… (Dirigiéndose a él) ¡Dile que pase! (Indicándole a Emilio)
Al momento, la puerta se abrió, donde Emilio le indicaba al médico que pasara a la habitación, como susurrando evitando hacer mucho ruido.
Detrás de Emilio un señor, no muy viejo, no muy joven de aproximadamente unos 40 años de edad, de abundante cabellera, alto y con canas marcadas en los costados, entro detrás de el a paso sigiloso y confiado, como si le conociera de toda la vida.
Vanessa rápidamente se levanta al encuentro del doctor como si se tratara de un viejo amigo (muy entusiasmada).
-Doctor, que bueno que pudo venir rápido. (Fuertemente le estrecho la mano y le saludo con beso en la mejilla).
-Pero bueno Doctor no se preocupen por nosotros, los dejamos para que pueda revisarlo tranquilamente, si llegase a necesitar algo, no dude en llamarnos. Vamos Emilio dejemos a los señores solos. (Incitando a Emilio a salir de la habitación).
Todo pensativo, voltea de reojo a ver al doctor, donde hasta ese momento lo ve como aún completo desconocido, no fue hasta que el doctor con una voz, recia, enérgica y tajante interrumpe el silencio para preguntar…
-Y ¿cómo te está yendo en tu nueva vida?
Esa voz, esa peculiar voz se le hacía familiar, pero ¿dónde? ¿Dónde la había escuchado? (se preguntaba una y otra vez) volteando para ver si reconocía su rostro, buscando su cara sin escuchar lo que le pregunto.
-Veo que me quieres reconocer, pero por lo visto aun no sabes quién soy. (Afirmo el doctor).
Sin pensarlo, pregunto
-¿Porque te veo y no te conozco pero tu voz me es muy familiar? (pregunto al doctor).
-Probablemente será porque tú y yo ya habíamos platicado antes. (Sin ni siquiera voltear a verle).
-Recuerda soy su médico de confianza y no es la primera ocasión que vengo a esta tu casa. (Agrego).
-Tal vez tengas razón, lo extraño es que tu voz me es muy familiar… Si lo más probable es que estés en lo cierto, aunque si es muy extraño, que solo tu voz reconozco y la de nadie más. (Afirmo). ¡Sabes!, hasta confuso me resulta todo, es como si hubiese perdido la memoria, no logro distinguir nada ni a nadie.
-Podrías decirme tu nombre, para ver si recuerdo algo mas (dirigiéndose al doctor).
-Sí, podría decirte mi nombre o como me llaman pero mejor hablemos por lo que realmente estoy aquí. (Su actitud se tornó algo seria).
-Es verdad, primero está mi salud, mientras aclaro mis ideas y regresa mi memoria. (Estoy en sus manos doctor).
-Si también eso, pero créeme, lo que tienes no es nada grave, es parte de un proceso, digamos hasta cierto punto es normal.
-Solo te puedo asegurar que poco a poco iras recordando todo, lo que si te puedo adelantar es que todo lo que hoy tienes, lo obtuviste porque realmente lo deseabas, digamos… a cambio de algo que ya no necesitabas ¡obtuviste todo esto! (levantando ambas manos, sonriendo de una forma irónica).
-No logro entender ¿a qué se refiere? (pregunto).
-ya entenderás, te lo aseguro… (Siguió revisándolo).

Lapsos de memoria recuperada e historia perdida.


Paso, el tiempo y varios días más, acostumbrándose a su nueva vida llena de lujos y de basta comodidad, a pesar de tenerlo todo, sentía que algo le hacía falta, se sentía vacío y aunque estaba lleno de vida, su vista permanecía perdida, pues dormía poco y hambre no le daba, a pesar de los granes festines que le ponían en cada comida sobre la gran mesa, el si acaso bebía agua e ingería pocos alimentos. Su apariencia comenzaba a desgastarse y aunque pareciera no envejecer, caminaba pausado y con la mente distraída.
Vanessa cada vez más preocupada, trataba de animarlo y hacerlo comer, pero el siempre de negaba. Recorría los grandes pasillos, entrega a cada cuarto trataba de visitar cada rincón de la enorme y lujosa casa tratando de recordar algo, de pronto al salir hacia el patio con los rayos del sol en la cara, vino a él un flashazo, una imagen; un recuerdo que aunque más real parecía como un vago sueño.
Caminando sobre una colina  verde,  tomado de la mano de una delgada mujer, la cual no podía verle el rostro, solo sabía que era feliz, podía sentir el viento en el rostro y la cálida resolana del sol a medio día, aunque no sabía quién era esa mujer, podría sentir que le conocía y como eco perdiéndose en la nada, alcanzaba a oír como reían, como se divertían, como si juguetearan, todo a su alrededor era borroso y poco identificable, no sabía dónde era ese lugar pero muy dentro de él sabía que lo conocía, lo extraño es que esa delgada mujer no era Vanessa.
Fueron solo unos segundos cuando todo se borró desvaneciéndose y cayendo de rodillas y sin lograr evitarlo soltó el llanto, como si perdiera algo muy valioso de él. Fue como si le desprendieran parte de su cuerpo.
Cuando finalmente se repuso de ese extraño momento, solo se levantó y como si nada hubiera pasado solo camino nuevamente como un perfecto indolente a cualquier situación.
Así continuo unos días más y esas caídas fueron más recurrentes, inclusive se lo escuchaba balbucear, como si entre cada lapso platicara con alguien y así como los periodos fueron en aumento, y cada recuerdo fue borrándosele. Al mismo tiempo su carácter se retorcía un poco más, su avaricia, iba creciendo. Lo cruel renacía y era más notable, era radicalmente diferente a como una vez fue.
Ya muy poco salía de su habitación y solo se le lograba ver por su ventana de cómo se asomaba con esa mirada sombría, y con esa rabia y crueldad que le empezó a caracterizar hasta ganarse el apodo entre su servidumbre del hombre sin alma. Vanessa ya poco le visitaba pues temía ya estar a solas con él, el único que entraba era Emilio y cada que salía se le lograba distinguir el miedo inminente, pues desde la primera planta se le oía como era humillado y maltratado cada vez que entraba con él. Con el paso del tiempo la basta servidumbre fue disminuyendo al grado de solo quedar Emilio y su esposa Vanessa, la lujosa casa y bellas decoraciones se fueron deteriorando al mismo tiempo que él, donde alguna vez la luz se colaba para iluminar hoy en sombras se encontraba, donde alguna vez limpio y reluciente el piso lucia, hoy polvo sobraba, la casa fría y en mal estado estaba, y Vanessa solo le quedo aguantar hasta que Emilio decidió marcharse.

  • Soledad fiel compañera.

Al verse sola Vanessa con él, no le quedo más que renunciar a toda comodidad, empacando en grandes maletas, sus finos vestidos, sus caros perfumes, sus costosas alhajas, dejando más de la mitad de lo que tenía, y armada de valor decidió entrar a la habitación para despedirse.
Entre el gran silencio del enorme pasillo que daba a la habitación, unos tacones se escuchaban que a toda prisa se acercaban para detenerse afuera detrás de la puerta, la perilla giro poco a poco para así vencer el pasador permitiendo abrirla. La peste logro salir del lugar al mismo tiempo de que se abría, olía a muerte y podredumbre. Vanessa con los guantes que llevaba en su mano, se tapó la nariz al asomarse para despedirse de él, no logro ver su cara pues estaba sentado dando la espalda, mirando hacia la nada, todo lucia oscuro solo la silueta logro distinguir sentado en la silla del pie de su cama.
-¿Qué quieres? pregunto con voz enérgica y tajante.
-Solo vengo a decirte que me voy.
No respondió nada, el simplemente permaneció inmóvil.
-¿Me escuchaste? He dicho que me retiro (insistió).
El silencio de él al no responder fue interrumpido por el claxon de un automóvil que había ido ya por Vanessa.
-Vamos… Lárgate que ya han venido por ti… (Con desprecio señalo la puerta).
Vanessa solo dio media vuelta y con los ojos húmedos se marchó sin decir ya nada más…
El solo quedo inerte y con la vista perdida, sentado viendo hacia las cortinas de aquel ventanal dejando se marchara Vanessa, al escuchar el motor arrancar, el solo bajo la mirada y empuño sus manos fuertemente, dejando pasar el tiempo en medio de la oscuridad.
Al poco rato se escucha el cerrojo de la puerta girar, como si alguien intentara entrar, el creyó que Vanessa no se había marchado. Cuando finalmente se abre la puerta, una voz que de inmediato reconoció, saludo al entrar a la pestilente habitación.

  • Y vuelve la memoria

-¿Cómo estás?, (saludo el Doctor).
Lárgate que quiero estar solo, no estoy para doctores, ni para charlas. No quiero ver a nadie. (Sin voltear acentúo).
-No estoy aquí para ver tu salud, ni para platicar…. E venido por lo que me pertenece (con voz enérgica).
Incrédulo y un poco burlesco, repitió -¿Pertenece?, creo se te ha pagado cada centavo e incluso creo se te dio un poco más.
-Por lo visto aun no recuerdas nada, tendré que ayudarte a hacerlo.
Sin poder decir nada al comentario que escucho, sin levantarse de su lugar volteo para ver de qué se trataba, al fondo junto a la puerta solo se lograba distinguir una silueta de un hombre muy alto y robusto, sus ojos intensamente rojos emanando furia por ellos, por un momento creyó se trataba de un efecto de luz y sombras, pero el impacto vino después cuando la silueta comenzó a hablar al mismo tiempo que se acercaba a él.
Con voz fuerte y siniestra casi inhumana,  al mismo tiempo de que se acercaba comenzó a relatar.
-Tu alma siempre fue mía, desde aquel momento en que pediste mi ayuda, en el mismo momento que firmaste el papel que te di….
En ese momento fue bombardeado con flashazos e imágenes, que le hacían recordar, de donde venía y cómo fue que obtuvo todo lo que tenía (incrédulo y desencajado) se levantó abruptamente al recordar todo. Pero no logro zafarse, pues la silueta con tan solo su presencia inmovilizada su cuerpo, invadiendo de un sentimiento de agonía, miedo y nerviosismo. Petrificado vio cómo se acercó a él sin poder decir ni una palabra, el terror recorría todo su cuerpo a cada respiro que daba.
Justo cuando estaba al frente de él, cara a cara, logro distinguir como el rostro del doctor se deformaba para tomar su forma original, era una cara deforme, con grandes cuernos, ojos huecos, grandes garras, largos y velludos brazos, muy delgado, mal oliente, con extremidades deformes, terrorífico, pesuñas en lugar de patas, encorvado y cubierto no por vestimenta, sino por un áspero, negro y sucio pelaje.  
-Veo que ya has recordado, quien eras antes de hablarme O ¿sigues confundido…? (En forma sátira y burlona, al mismo tiempo que se carcajea de él).
-Deja me presento soy Alastor, fiel sirviente y uno de los principales príncipes infernales del reino del amo Lucifer. Hoy he venido por aquello que tú me regalaste… Tu alma.
El hedor era repulsivo que emanaba del hocico en cada palabra que le decía, su destino era inevitable, era un alma podrida, perdida y que ya no le pertenecía, se había llegado el momento de pagar.

 El pasado más presente en el ahora.


La mirada era tétrica, tan perturbadora que se podría ver el infierno a través de sus ojos, congelado pálido y ya rendido ante diabólica presencia, callo de rodillas con lágrimas en los ojos al mismo tiempo que recordaba lo que fue, en lo que se convirtió y de cómo desperdicio su vida en frivolidades, poco recordaba el tiempo que estuvo con su glamorosa vida a costa de su alma, pero si tenía muy presente de lo que fue antes del pacto, donde podía visualizarse con su familia en aquellos tiempos cuando fue feliz, donde nació el primero de sus 3 hijos, donde sentado al costado de la camilla viendo a su hermosa mujer, cansada y rendida después del parto, tomo su mano y le agradeció por tan grande dicha, el ser padre.
También llegaban espasmos de imágenes de reuniones familiares donde juntos los 5 en la cena reían a carcajadas sin importar lo mucho o poco que tuvieran, pues tenían lo necesario para ser felices, salud y ganas de vivir, ganas de enfrentar al mundo para sacar adelante a su familia y darles lo que él nunca tuvo.
Poco a poco vio su vida como se desmorono ante él y al paso del tiempo, donde por la impotencia y desesperación por no cumplir objetivos, fue cayendo en vicios, haciendo a un lado lo que en su momento fue lo más importante para él, su familia.
Vio la primera vez que levanto la mano a su mujer, cuando le suplicaba dejara el vicio, desesperada al verlo como se hundía, al no conseguir trabajo, soltando el llanto arrepentido pues entre el coraje de la insistencia de su mujer y del llanto de sus hijos al tener hambre, furiosamente salió, por la puerta sin mirar atrás, dejándolos en completo abandono. Donde jamás supo más ni de ellos, ni de su mujer que tanto lo amaba.
Paso parte de su tiempo de calle en calle, de cantina en cantina, pidiendo limosna para seguir hundido en el alcohol y no recordar lo que atrás había dejado, quedando muchas veces tirado entumecido en cualquier rincón oscuro, aguantando fríos,  hambre y humillaciones por no tener el coraje para enfrentar la vida. Entre su delirio rezo hasta el cansancio para que todo fuera como antes, no viendo que su respuesta estaba frente de él, pero a falta de valor y de no admitir su falta sintió que nunca fue escuchado, cuando la solución era regresar para pedir perdón y continuar más fuerte con su vida y su familia que lo apoyaría a pesar de lo que hizo pues le querían y fácilmente seria perdonado.
-Humildemente te ruego, me des la oportunidad de despedirme de mi familia (cabizbajo, llorando imploro al demonio).
-Levántate, (le ordeno con voz tajante y enérgica)
-Resulta patética la forma en que te humillas implorando una última oportunidad y que no tendrás, ¡que no has entendido!… Tú ya eres mío (recalcándole le dijo, al mismo tiempo que con una de sus largas, punzantes y sucias uñas clavándosela en la barbilla lo levanto sintiendo un intenso dolor). Déjate de dramas que lo que estas sintiendo ahora no se compara con todo lo que te espera (amenazándole al mismo tiempo que reía tétricamente).
Por más que suplicaba, el demonio no araba de hablar, sin hacerle mucho caso y preocupado por su destino, comenzó a rezar…

-¿Que estas balbuceando?, a callar te he dicho (lanzándole fuertemente contra la pared).
Adolorido del golpe y quejándose, como pudo se enderezo, sintiendo un fuerte calor que poco a poco se intensificaba, cuando se dio cuenta el lugar estaba envuelto en llamas… como pudo con su brazo se cubrió su rostro.

Redención.


Oh señor, yo sé que te he ofendido, traicione tu confianza, te pido perdón, así mismo te encomiendo a mi familia, para que la tengas bajo tu regazo, yo sé que no merezco tu misericordia, pero como última petición,  te pido los cuides, no desampares a mis hijos y a mi mujer permítele la dicha de ser feliz nuevamente…
Su oración fue interrumpida por otro fuerte golpe en la mejilla, pero fue tal su fe, que eso no lo detuvo para seguir hablando.
-¡Que te calles! (con un grito infernal) Todo el lugar comenzó a deformarse como si fuera derretido por el calor, al mismo tiempo que varias partes de la habitación eran tragadas por el suelo hundiéndose como maderos en arenas movedizas, al fondo se lograba distinguir un espeso rio de puro fuego, arrastrando a varios cuerpos que se quemaban y hundían por la fuerte corriente. Fuertes lamentos provenían de la nada, y el hedor era más que insoportable.
También te doy gracias por todos esos momentos que me otorgaste al ser feliz, ten compasión, yo sé que no fui el mejor hijo, ni el mejor padre mucho menos el esposo perfecto, pero siempre estuviste en mi corazón.
­-(Una fuerte carcajada, interrumpió su reflexión).
Nuevamente fue tomado de la cabeza para ser levantarlo, y como si fuera trapo viejo fue arrojado justo hacia donde estaba el ventanal, cayendo al pie de las cortinas envueltas en llamas, nuevamente se levantó apoyándose del filo del ventanal y al levantar su mirada descubrió que todo lo que el conoció ya no estaba…

-Bienvenido, este será tu nuevo hogar. (Mofándose de él).
Muchas sombras y figuras inhumanas comenzaron a acercarse, como si él fuera su platillo preferido, esperando se quedara solo para abalanzarse hacia el… Pero con un fuerte graznido el demonio los alejo. Muchos insistentes se quedaron cerca observando y otros tantos salieron huyendo, sin más solo le quedaba esperar…
A lo lejos entre a zona rocosa se acercaba una silueta, caminando entre las llamas acercándose a paso firme y rápido, a su paso todos huían, temerosos de ese ser. El demonio al notar su presencia se puso de frente como protegiendo su presa, el hombre derrotado, muy golpeado y con la vista perdida al suelo esperando lo peor, comenzó a rezar (Padre nuestro).
Entre más se aproximaba la silueta al demonio más a la defensiva y agresivo se tornaba, desatinado y gritando una lengua extraña, no entendible al oído humano.
Un rato estuvieron discutiendo hasta el momento en que la criatura infernal salió huyendo, dejando en paz al pobre hombre. La silueta se acercó a el quien abatido estaba, el pobre hombre de re ojo volteo a ver de quien se trataba, pero solo pudo ver luz que la iluminaba, el intenso calor parecía desaparecer con solo su presencia, de pronto una voz hablo.

El perdón.


-Levanta la vista hijo mío (con voz serena y cálida).
Inmediatamente olvidando su pesar, enderezó su cabeza para ver de quien se tratara.
-No temas ya… que ya he venido a tu llamado (tendiéndole la mano en son de paz).
Sin poderlo evitar soltó el llanto avergonzado dejándose caer hincado ante sus pies que descalzos estaban y con un profundo orificio aun sin sanar en ambos pies.
Perdón padre, yo sé que no merezco tu perdón (con voz a quebrantada). Merezco todo esto y más.
-Una de mis enseñanzas es el perdón, y puedo notar en tu alma que estas arrepentido, es por eso que he venido, vamos hijo mío, levántate, deja de sufrir y ve con tu familia que tanto te necesita…
Cuando intento reaccionar, la silueta ya no estaba, el iluminado lugar por las intensas llamas, se encontraba oscuro, húmedo y frio. Se levantó asombrado e incrédulo ante lo sucedido, limpiando sus humedecidos ojos, dio unos pasos para salir de la oscuridad y noto que era el callejón donde todo empezó… Sin pensar se persigno, y comenzó a caminar a toda velocidad, con destino a su casa, donde esposa e hijos lo esperaban.

FIN.


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